Se levantó, despacio como siempre, torpe para ponerse unas zapatillas, sin saber donde está, ayudado por esa hija desconocida que tiene que ayudar a sus quehaceres diarios, hace 9 años que no la llama por su nombre. Abre la puerta de su dormitorio y con su mirada fija y cristalina refleja el pasar de los años y las infinitas vivencias que ahora no pueden pasar por sus pupilas; se incorpora a un día más. Un día que tanto si es nublado como soleado no pasará a su memoria porque esta le abandonó, al igual que le abandonó su mujer en años anteriores con la tristeza de no soltar ni una lágrima el día de su despedida, porque esa mujer era ajena a él despues de tantos años de amor mutuo.
Ya sentado en el sofá, con la mirada perdida, el mundo seguirá alrededor, una vida que no va con él, sus nietos le besaran al llegar del colegio, les enseñará los dibujos dedicados realizados en su clase de plástica, las noticias de las tres emiten las desgracias del día y él ingenuo de lo que acontece seguirá acercándose la cuchara temblorosa a la boca para tomarse su sopa mientras su yerno le corta en trocitos pequeños el bistec que tendrá de segundo. El nieto minuciosamente agrupa en un montoncito las pastillas que le seguirá al postre para aminorar las dolencias de los años.
Pasará la tarde y llegando la noche, después de una ligera cena le acostarán de nuevo en la cama, le arroparán y habiendo recibido su correspondiente beso de buenas noches en la frente intentará cerrar los ojos, pensando si esta será la ultima vez que los cierre.
Esto debe de ser el día a día del enfermo de Alzheimer, una enfermedad neurodegenerativa, que provoca gradualmente la pérdida de las facultades mentales hasta interferir con la capacidad para llevar a cabo las actividades de cada día. La enfermedad que se lleva el mayor patrimonio que una persona pueda tener a lo largo de sus días como es su memoria y sus recuerdos.
Ya sentado en el sofá, con la mirada perdida, el mundo seguirá alrededor, una vida que no va con él, sus nietos le besaran al llegar del colegio, les enseñará los dibujos dedicados realizados en su clase de plástica, las noticias de las tres emiten las desgracias del día y él ingenuo de lo que acontece seguirá acercándose la cuchara temblorosa a la boca para tomarse su sopa mientras su yerno le corta en trocitos pequeños el bistec que tendrá de segundo. El nieto minuciosamente agrupa en un montoncito las pastillas que le seguirá al postre para aminorar las dolencias de los años.
Pasará la tarde y llegando la noche, después de una ligera cena le acostarán de nuevo en la cama, le arroparán y habiendo recibido su correspondiente beso de buenas noches en la frente intentará cerrar los ojos, pensando si esta será la ultima vez que los cierre.
Esto debe de ser el día a día del enfermo de Alzheimer, una enfermedad neurodegenerativa, que provoca gradualmente la pérdida de las facultades mentales hasta interferir con la capacidad para llevar a cabo las actividades de cada día. La enfermedad que se lleva el mayor patrimonio que una persona pueda tener a lo largo de sus días como es su memoria y sus recuerdos.
A todos lo que sufren esto, mi más sincero y humilde beso en la frente.
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