Ha muerto un Ángel, murió Vicente Ferrer. Un filántropo digno de alabar. Aunque sinceramente no creo que este Ángel haya muerto, creo que seguirá vivo en cada una de las almas a las que dedicó su vida.
Estas personas me hacen reflexionar, me lleva a inmiscuirme en mi debate interno sobre la existencia o no de lo que nos espera después de la muerte. En la existencia o no de una vida mejor, en la existencia o no de un Dios. Aunque siendo sincero si la hay, no creo que un servidor esté presente en ella.
Dudo mucho que aquellos que promulgan la palabra de Dios, los que aplican la doctrina sobre el bien y el mal nos puedan liberar el alma con la sentencia de 4 padres nuestros y 8 aves marías después de detallarle bajo secreto sumarial nuestros pecados. Aquellos que nos hacen ver que estamos en Paz con Dios con una bendición recibida una vez que estemos en una fría caja de madera la cual nos servirá de morada en nuestro ultimo viaje.
Y digo esto porque en resumidas palabras puedes ser un gran hijo de puta toda tu vida, puedes haber pegado dos tiros en la nuca a un padre de familia por no compartir tu definición de pueblo, puedes arrancarle a tus hijos a la persona que le dio sus vidas, puedes abusar del débil niño inocente, puedes ignorar al prójimo con total indiferencia y aún haciendo esto puedes tener la conciencia tranquila porque siempre llegará esta persona, rígida en su discurso, difusora de la palabra de Dios dispuesta en Su Nombre a perdonar todos tus pecados.
No creo que esto sea así, no creo que yo merezca estar al lado de Vicente Ferrer el día que abandone este mundo, no creo que Dios sea tan injusto de acomodarme a su lado y me otorgue ese privilegio. Y al igual que yo tampoco creo que estén allí aquellos que siguiendo ordenes religiosas se acomodan en esta sociedad capitalista, hipócrita, vil, reaccionaria, retrógrada, promulgando el nombre de Dios en vano.
Estas personas me hacen reflexionar, me lleva a inmiscuirme en mi debate interno sobre la existencia o no de lo que nos espera después de la muerte. En la existencia o no de una vida mejor, en la existencia o no de un Dios. Aunque siendo sincero si la hay, no creo que un servidor esté presente en ella.
Dudo mucho que aquellos que promulgan la palabra de Dios, los que aplican la doctrina sobre el bien y el mal nos puedan liberar el alma con la sentencia de 4 padres nuestros y 8 aves marías después de detallarle bajo secreto sumarial nuestros pecados. Aquellos que nos hacen ver que estamos en Paz con Dios con una bendición recibida una vez que estemos en una fría caja de madera la cual nos servirá de morada en nuestro ultimo viaje.
Y digo esto porque en resumidas palabras puedes ser un gran hijo de puta toda tu vida, puedes haber pegado dos tiros en la nuca a un padre de familia por no compartir tu definición de pueblo, puedes arrancarle a tus hijos a la persona que le dio sus vidas, puedes abusar del débil niño inocente, puedes ignorar al prójimo con total indiferencia y aún haciendo esto puedes tener la conciencia tranquila porque siempre llegará esta persona, rígida en su discurso, difusora de la palabra de Dios dispuesta en Su Nombre a perdonar todos tus pecados.
No creo que esto sea así, no creo que yo merezca estar al lado de Vicente Ferrer el día que abandone este mundo, no creo que Dios sea tan injusto de acomodarme a su lado y me otorgue ese privilegio. Y al igual que yo tampoco creo que estén allí aquellos que siguiendo ordenes religiosas se acomodan en esta sociedad capitalista, hipócrita, vil, reaccionaria, retrógrada, promulgando el nombre de Dios en vano.
Totalmente de acuerdo contigo, Andrés. Precioso texto. Enhorabuena.
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