Nos conocimos el 2 de Junio, aunque antes habiamos tenido contacto por medio de pequeñas imágenes, pero ni con ello, dejaba de imaginar como serías una vez pudiera tenerte cerca, como sería tu actitud hacia mi, y aunque te suene extraño, me preguntaba, como iba a ser la mía hacia ti. Tipicas preguntas de un primerizo que no sabe si puede estar a la altura de tal evento (una mujer así no se conoce todos los días, como te podrás imaginar).
Tu tren se demoró un poco, lógicamente tu viaje no iba a estar a salvo de complicaciones de ultima hora, pero ahí estaba yo, a las 7:55, en el andén de la estación, esperando recibirte para compartir contigo esa primera impresión que tantas noches habia soñado y que tantas veces habia deseado.
Al llegar y escucharte no dudé en acercarme a tí e hice lo que tanto tiempo estaba esperando hacer, abrazarte, besarte, tocarte, observarte y como no, quererte. Quererte desde el primer momento que supe que existias, compartiendo todo lo mio contigo desde el minuto cero, hasta las lágrimas con las que te recibí hicistes tuyas, porque unos ojos como los tuyos, una carita como la tuya, jamás lloraría; los angeles nunca lloran.
En este periodo de tiempo nos hemos ido conociendo, me has reñido a tu manera, aunque comprendelo, aún me cuesta entendenterte muchas veces (y no por falta de empeño en hacerlo). Me has hecho el hombre más feliz del mundo y lo sigues haciendo cada mañana cuando al despertarme junto a tí me miras dedicandome la primera de tus sonrisas, avisandome que un nuevo día ha llegado.
Ahora ya han pasado 5 meses, y seguimos pasando páginas del calendario, viendo como con cada hoja arrancada, tú vas cambiando, quedando algo lejano ya aquel día 2 de Junio, cuando tú, mi Princesita, bajo un gorrito blanco, un pijamita verde, una piel suave y blanca, llegastes a mis brazos, y acurrucandote en el calor de mi piel, dí rienda suelta a miles de sensaciones, mientras que otro Ángel, cansada de tu viaje, reponía fuerzas para poder estar contigo.
Así, espero seguir viendote día a día, repetirte tantas veces como sonrisas me dediques un TE QUIERO, y susurrarte al oido que eres el mejor regalo que la vida me tenia destinado cada vez tus lágrimas se deslicen por tus mejillas.
A mi hija Ainhoa.